El presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón, ha destacado hoy el trabajo y la eficacia de los dispositivos de extinción que trabajan en el suroccidente asturiano, que han permitido controlar los tres incendios forestales más graves que se registran en Asturias: Degaña, Genestoso (Cangas del Narcea) y Caunedo/Gúa/Perl.lunes (Somiedo).
Los tres se encuentran actualmente bajo control gracias a la coordinación entre medios terrestres, aéreos y la Unidad Militar de Emergencias (UME), en un esfuerzo combinado que ha mantenido en marcha desde ayer un amplio operativo formado por quince medios aéreos, Bomberos de Asturias, las BRIF, agentes medioambientales, personal del 112, Protección Civil, y bomberos de Navarra, el Principado de Andorra y Grecia. “Un dispositivo que está bien coordinado para que sea lo más eficaz posible con el objetivo de contener el fuego, proteger los pueblos y salvar vidas”, ha asegurado el presidente.
En Degaña, la movilización de todos los recursos disponibles ha permitido frenar el avance hacia Ibias y culminar una barrera defensiva en la zona de Cienfuegos, clave para asegurar la protección de los pueblos. En Genestoso, la ejecución de un contrafuego ha aislado el perímetro y reforzado las líneas de seguridad, mientras que en Somiedo se mantienen las tareas preventivas con cortafuegos y perímetros de protección. “Estamos actuando en esos puntos y conteniendo la situación a la espera de que cambie las condiciones ambientales y podamos ponerles freno”, ha explicado el presidente.
Barbón ha agradecido el esfuerzo continuado de los equipos de extinción y de todos cuantos colaboran estos días en las labores de extinción. “Mi reconocimiento a todas las personas que llevan semanas luchando contra el fuego en Asturias, porque de su valentía, compromiso y profesionalidad depende que estemos conteniendo la situación a la espera de que se abra una ventana de oportunidad para atacar los incendios”.
Hasta ahora, se calcula que los incendios declarados este mes en Asturias han afectado ya a cerca de 6.000 hectáreas, sobre todo, en territorios de alto valor ecológico y en los que hay habitantes, aunque aún es necesario perimetrar bien las zonas quemadas para conocer el alcance de la superficie dañada